
La supremacía de esta diosa se confirma cuando Itzcoatl pudo decir que por sus victorias se había constituido ya el imperio mexicano, levantando templos en honor de Huitzilopochtli y a Cihuacoatl, las dos deidades que en el orden de la religión simbolizaban a la patria.
La principal diosa era la que llamaban Cihuacoatl, diosa de los Xochimilcas, México, Texcoco y en toda la tierra, la que festejaban y veneraba. La diosa Cihuacoatl era de piedra, tenía una boca muy grande, abierta en actitud de devorar y con los dientes separados. Cubría su cabeza una cabellera larga y grande, vestida con un hábito blanco, camisa y manto.
En este templo había una gran pieza de sesenta o setenta pies de largo y treinta de ancho, muy adornada, La que se encontraba en un lugar oscuro, sin ventanas, ni puerta grande, ya que la puerta era muy estrecha y se tenía que entrar a gatas. Sólo podía entrar los sacerdotes ancianos que servían a la diosa. Llamaban a este templo Tlillan, que significa negrura o lugar de ella. Dentro de la misma sala estaban colocados alrededor de las paredes todos los dioses de la tierra, a los cuales llamaban Tecuaquiltlin.
Celebraban la fiesta de esta diosa el 18 de julio según nuestro calendario, y según el suyo era la fiesta que llamaban Huey Tecuilhuitl, que era la octava fiesta de su calendario, día dedicado a la diosa y día solemne de su calendario.
Veinte días antes de esta fiesta compraban una esclava y la purificaban vistiéndole de la misma manera que la piedra que representa a la diosa, toda de blanco para honrarla y buen tratamiento, como si la diosa viviese. Llevando a la esclava de boda en boda y de banquete en banquete, llevándola a los mercados, siempre representándole con regocijo contento. De noche dormía en una jaula. Tomaba la esclava el nombre de Xilomen, símbolo del maíz y del poder fecundante de los campos.
El día de su sacrificio, una hora antes que amaneciese mataban a cuatro presos que tendidos en el suelo, pegados uno junto a otro, colocaban a la india encima de ellos y la degollaban, recogiendo su sangre en una vasija y después le sacaban el corazón. Ofrecía el corazón a la diosa de piedra y la rociaban con la sangre de la india, así como a otros ídolos y la sala. Todo esto se hacía una hora antes de que amaneciese.
A los presos también los sacrificaban delante de la diosa, siendo tomados por cuatro sacerdotes, dos de las manos y dos de los pies, colocándolos sobre brasa y antes de morir lo ponían sobre una piedra, cortándole el pecho y sacándole el corazón. Esto se hacía con cada uno de ellos. Primero mataban a los presos y después a la india, para rociar con sangre el fuego y la sala donde se llevaba a cabo la ceremonia.
Acabada la ceremonia salían los señores y principales a celebrar su fiesta como día suyo. Bailaban todo el día con gran orden y mesura. Acabado el baile tomaban la guirnaldas de rosas y sartas con que habían bailado, subían al templo de Huitzilopochtli para ofrecerle las rosas. Llamaban a esta ceremonia xochipaina., que quiere decir apresuramiento de rosas.
Ya entonces nos explicamos la leyenda de que Cihualcoatl había sido la primera mujer.