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El charro del Cantil

Juanelo volvió a acaparar la atención de los presentes en aquella reunión.
En Xochimilco, como en tantas otras poblaciones mexicanas, únicamente algunas personas pueden ver ciertas cosas que el resto no se imagina.
Dicen los viejos: Ellos sí tienen sombra par ver, tú no. Al atardecer, bajo las frondas de los árboles, en algún lugar solitario, se imaginan figuras fantasmales de neblina o nube. A veces se preguntan entre sí: ¡La viste? ¡A esa sombra blanca que nos viene siguiendo!. Y el charro, el mismo personaje del Puente Blanco del pueblo de Santiago Tepalcatlalpan y la Noria, de sombrero galoneado y botonadura de plata, a caballo, apareció galante en el cantil de la carretera vieja a Cuernavaca.
El cantil desparramaba sus piedras por una barranca que desciende hasta los terrenos de los pueblos de San Mateo Xalpa y Santiago Tepalcatlalpan. A orillas de este tramo de la carretera, se levantó una barda de piedra de cantera como guarnición preventiva para proteger a los conductores, pues ya muchos habían caído al voladero entregado su alma al diablo.
En ese sitio existe un mirador desde donde se aprecia el horizonte transparente de febrero; el cerro de Xochitepec, el Colegio Militar y los camellones de Tlalpan y Xochimilco. Pero también allí se respira aire de misterio, por ahí volaban las Tlahupochas.
Enfrente está un cerro desgajado que muestra la cantera blanca de las minas donde los ingenieros constructores de la carretera hallaron planchas de plata que les posibilitaron terminar la obra hasta Cuernavaca. Lástima que la veta no era natural, fue un obsequio del diablo convertido en charro.
Al rayar el sol del atardecer., El diablo, disfrazado de charro, aparecía en la ladera del cerro. Con un simple ademán provocaba avalanchas de cascajo, una tras otra, derrumbando tramos de la carretera, hasta que, pasando un tiempo, los ingenieros se entrevistaron con él y le pidieron que no lo hiciera eso, le explicaron que la carretera era indispensable para comunicar a la capital con el Edo. de Morelos. El charro reía y afirmaba que esos cerros formaban parte de su territorio y que nadie pasaría, salvo que recibieran las almas de una cantidad indeterminada de viajeros que por allí transitaran. Los ingenieros estuvieron de acuerdo y firmaron con sangre el pacto.
Tendida la cinta de asfalto en el Cantil, fueron muchos los conductores que al ver al charro galoneando, 'arado a la mitad del camino, e intentar esquivarlo se iban al voladero. Quienes lograron salvarse, afirman que sentían como si les jalaran el carro y no pudieran controlar al volante.
Cuando el diablo satisfizo su sed de almas, los automóviles y autobuses ya no rodaron más por la barranca.
Ello me lo contó un vecino del pueblo de Santiago Tepalcatlalpan, prosiguió Juanelo, sentados a la sombra de los duraznos, mientras arriba zumbaban los motores de los automóviles que corrían por las curvas del Cantil.

La Bruja que agarraron en Xaltocán

Cuentan los nativos del barrio de la Asunción que en una fiesta del mes de junio que se festejaba la fiesta del pueblo de San Pablo Oztotepec, en ésa época no existían carreteras como en la actualidad sino que habían brechas de herradura para poder salir del pueblo de Xochimilco, la salida hacia el sur era solamente por el rumbo de la presa y San Lorenzo Atemoaya, todavía existe dos árboles de esa época que se llerguen a la orilla de lo que queda del río que sale de la presa de San Lucas y que va directamente ala laguna de Xáltocan. Me platicaba la señora Félipa Sánchez Aguilar finada del barrio de la Asunción que ella y su familia se dirigían a la festividad de San Pablo y que era de madrugada cuando caminaban por esa brecha que daba miedo por la oscuridad, y por los árboles tan enormes que existían cuando de repente escucharon el llanto lastimero de una mujer, pero como sabían que por esos lugares espantaban las animas de la revolución ellos siguieron su camino sin hacer caso al llanto, pero fue tan constante que todos decidieron buscar entre la maleza donde estaba ésa mujer llorando pero no la encontraron, ya estaba amaneciendo cuando se dieron cuenta que el llanto provenía de lo alto de los árboles, y la mujer que estaba arriba de los árboles les pidió que por favor la bajaran.Los hombres se subieron a bajar a la mujer, pero cual fue su sorpresa que cuando estaba en el piso no tenia pies de la rodilla hacia abajo y tenía una ollita llena de sangre, y también un bracero junto con una escoba hecha de varas de jarilla y la mujer se arrastraba por el piso, les pedía que la llevarán a su casa pero los presentes decidieron traerla para la presidencia municipal que en ese entonces era regido por el Prefecto Migonia, y le hicieron presente a la bruja que para ese entonces el pueblo ya sabía que habían agarrado a una bruja. El Prefecto le pregunto que hacía por esos rumbos y ella le contestó que se dedicaba a chupar la sangre a los bebes recién nacidos y que ella venía de un pueblo de Morelos.El amanecer le había ganado por eso el poder de volar se le había terminado, por eso había quedado varada en lo alto de los árboles, le suplico que fueran por sus piernas que estaban en la cocina de su casa, los hombres del pueblo fueron hasta la casa de la bruja donde llegaron tocaron a la puerta en la cual salió un señor que dijo ser su esposo y le dijeron que su señora estaba detenida en la cárcel de Xochimilco, que les diera permiso de pasara a su cocina porque en el Tlecuil estaban las piernas de su esposa el señor se quedo asombrado. Juntos se dirigieron hacia la cocina donde estaban las piernas en forma de cruz en las cenizas del Tlecuil, la bruja les había dicho que por favor no le quitaran la ceniza que tenían los muñones de sus piernas y con cuidado las envolvieron con una manta para traerlas a Xochimilco.Acompañados del esposo llegaron ante el Prefecto con asombro se dieron cuenta que la bruja le quito la ceniza que tenía los muñones, y la ceniza que ella también tenía en las piernas ante sus ojos se pego las dos piernas. El Prefecto le pregunto al esposo que si no sabía lo hacia su esposa, el contesto que ignoraba todo esto de su esposa, lo único que el sabía que siempre caía en un sueño muy profundo el Prefecto le enseñó la olla con sangre la cual contenía sangre humana lo único que el dijo a con razón muy seguido me daba a comer sangre preparada, pero el nunca sabía de donde procedía la sangre el Prefecto le contesto pues ahora mi señor mío ya sabe de donde procede la sangre. La bruja salió libre pues no había delito que perseguir y tuvo que huir de noche con su esposo porque el pueblo de Xochimilco la quería quemar.

El diablo que quedó embotellado

-Mi abuelita, que en paz descanse, contaba que el diablo se aparecía vestido de catrín, de charro, de chivo o de cómo se le antojaba. A la cueva del diablo iban muchos vecinos a pactar con el pingo. Todavía viven algunos que alguna vez fueron y a los que les dio semillas, dinero, animales, todo lo que querían para volverse ricos.
-Si es cierto. ¡Se acuerdan de los Castillo? ¡Que canoitas de claveles, de coliflores, de calabaza y de ramero las que llevaban al mercado de jamaica! -Intervino el tío "Guecho" y continuó:
¡Y don Santiago dónde lo dejaban? Ese señor trabajaba. Tenía muchos peones que cultivaban sus chinampas. Dicen que los sábados en la tarde, cuando llegaba la hora de pagar les decía: "No se apuren muchachos, ahorita pago", y se metía en su recamara, en una de esas, como no salía, uno de los peones dijo a los demás: ¡vamos a verlo!, Y todos se fueron a asomar por la rendija de la recámara. ¡A jijo!, ¡Miren nomás 8, se decían entre ellos. No, pos sí ¡Allí estaba ¡Acostado pero no era él sino un toro el que estaba durmiendo.
"Al poco rato el hombre salió. ¡Órale, muchachos ¡Fórmense les gritó, y les pagó con monedas de oro y plata que sacaba a puños de sus bolsillos. ¡Y cómo no, si dicen que a las doce de la noche entraba una serreta al patio de la casa. Quienes llegaron a verla, notamos que a los caballos les salía lumbre por los ojos y los cascos de las patas sacaban chispas de la calle empedrada. En la carreta le llevaban las talegas de oro y se las llevaban el que de veras puede"
-Ya - exclamó Juanelo.-Pos´ sí, palabra, si es cierto - confirmó el tío "Guecho" sentado frente a todos."Mi abuelita me contó de una muchacha muy inteligente que atrapó al diablo, retomó Martina el hilo de la conversación y la atención de todos":
¡Si . Lo atrapó. Siempre que la muchacha salía de su casa, un charro negro la seguía y le hablaba, y tanta fue su insistencia que la muchacha aceptó un día ser su novia. Pero ella era muy lista, se ganó la confianza del galán y le pidió que la llevara a la casa donde él vivía. Si quieres que sea tu esposa llévame a tu casa, para conocerla, le decía ella. El charro aceptó y un día la llevó a una cueva. Cuando llegaron le dijo a la novia que allí vivía y que tenía todo lo que los seres humanos podían soñar y desear: Ven Mira. Aquí tengo semillas para lograr las mejores cosechas en las chinampas de Xochimilco. Oro. Cofres llenos de oro para quien los pida. Monedas y joyas. Tengo disfraces para los artistas. Vinos de los mejores. Abundantes comidas. Diversiones. Todo. Tú puedes disfrutar también de esto, nada más pídemelo, yo te lo doy, pero quítate eso que traes en el cuello, le pidió con un poco de temor.
El diablo no podía hacerle nada a la muchacha porque ella llevaba una cadenita de oro con un Cristo que le caía en el pecho. Además el diablo era presumido con su novia, le dijo que él era una persona importante porque ayudaba a muchísima gente: a los artistas, a los magos del circo, a los que trabajaban en el teatro, y le mencionaba nombres: Fulano ya es rico porque yo le ayudo…No te creo, le contestaba su novia.
Para desmostar su poder el diablo invitó a la muchacha a un circo que por esos días había llegado a Xochimilco y q8ue se encontraba en os terrenos que conocíamos como el Alfalfar.
¡El circo - habló fuerte Estela- El circo invitaba a la gente del pueblo con muchísima alegría. En aquellos tiempos los artistas organizaban un desfile.
Te voy a llevar para que veas cómo trabajo en el circo, dijo el diablo a su novia _continuó martina-, ella aceptó acompañarlo. Cuando llegaron el diablo se sentó en la luneta: Orita vengo; búscame allá arriba. Allá voy a estar.
La muchacha se divertía mirando a los payasos y a un oso que bailaba al compás del pandero; el mismo animal que actuaba en los cruceros de las calles y en las plazuelas, durante el desfile del circo.
Cuando Tocó el turno de los trapecistas y fueron anunciados con redobles suspensivos, se hizo profundo silencio. Los circenses subieron al columpio y la novia del diablo identificó a su novio vestido también de trapecista. Colgando de las piernas, el diablo lo sujetaba de los tobillos con una evolución bien calculada y ejecutada: perfecta. La gente suspiraba con alivio y aplaudía entusiasmada, sin saber que el diablo los divertía transformado en cirquero.
La muchacha estaba convencida de querer ser la esposa de aquel hombre poderoso. Habló con sus padres: Les comunicó que se quería casar, que su novio era una persona muy importante. Después de interrogarla, sus padres le aconsejaron que no, que aquel hombre no era bueno y finalmente la convencieron para que desistiera.
Así que una tarde, a la hora en que había quedado de verse con él, la chica preguntó: ¡A poco puedes hacer todo lo que quieras?, si pídeme algo, le contestó el diablo.
Ella que tenía preparada una botella- siguió contando Martina-, le dijo: Métete en esa botella. Y el zonzo que se mete. Levantaba la mano y le gritaba aquí su novia, muy risueño: ¡Que tal? ¡Cómo me veo?. Tete chiquito, le contestaba ella. ¡Salte!, y el diablo obedecía, quería de veras a la muchacha. Pero, en la tercera ocación que entró el diablo en la botella, la muchacha le puso rápidamente como tapón, el crucifijo que tenía en el pecho, y quedo encerrado el diablo en la botella ¡Déjame salir!, Gritaba el pobre diablo. Pero la muchacha no se lo permitió y se lo llevó a su casa.
Mostró la botella a sus asombrados papás, quienes miraban y remiraban al charrito. Estaban asustados y acordaron llevar la botella a la parroquia de san Bernardino de Siena. Hasta allá se fueron todos. El sacerdote observó al charrito unos momentos, emitió palabras en latín, hizo que todos rezaran, agrego agua vendita y rompió la botella contra un pilar del altar mayor.
El charro desapareció. El oro, las semillas y todas sus pertenencias también.